23 noviembre 2005

De feria en feria


¡Titiritero, ale hop!
de feria en feria.
Siempre risueño,
canta sus sueños
y sus miserias.

Joan Manuel Serrat

La mañana del sábado tomo aire y canturreando el himno de la legión subo los tres millones de escalones que hay desde la Plaza Mayor al Castillo, vía Santa Bárbara. Una vez allí me doy cuenta de lo cazurro que soy: horario de apertura de la Feria, 18:00 h. Tira pa'bajo.

El sábado por la tarde paso de subir, tenía que pillar las entradas de Krahe (en esta misma pantalla y muy pronto conocerán nuestra aventuras con Javier) y aprovisionar la despensa con manjares para el Barça-Madrid. Pero el domingo es otra cosa. A las 12:30, con viento de poniente y canturreando "un pasito pa'lante María" encaramo los treinta millones de escalones que hay hasta el Castillo. Esta vez hubo suerte, la Feria estaba en pleno apogeo. Bastante gente y suficientes puestos. Eso sí, a estas cosas hay que ir acompañado de presencia femenina, que si no, no haces gasto. Anda que no me he pasado yo tardes en el Zara de Alicante revisando con la mirada el alicatado de los techos y las juntas de los muebles mientras mi chica compraba ropa.

Pero mi gozo en un pozo. Después del esfuerzo de la subida, el Castillo estaba repletico de visitantes, así que no era posible visitarlo. Leñe, ¡con la ilusión que me hacía!. Así que sólo quedaba un remedio. A las 17:00, viento fuerza siete, y sin canturrear, guardando el aliento para el resuello, me subo los tres mil millones de escalones que hay en la cuesta de Santa Bárbara y una vez en la explanada del Castillo toso un poco, recojo las lágrimas y subo lentamente hasta lo alto de la torre del Homenaje. Acho, ¡qué vistas y qué aire!. Todo muy bonico, la vista al horizonte era infinita, Villena a mis pies y nada más que subir. Casi me fumo un cigarrico del gusto, pero no quedaban pulmones para ello.

Pero en fin de lo que quería hablar es de la Feria: estuvo muy bien, sin dudas dará lugar a muchas otras, ha encontrado una estupenda utilización del lugar y, según me cuentan, no hubo ningún incidente reseñable. A ver si la experiencia cuaja y tenemos más ferias. Todas cumplen su función: la del Campo, Humana (la de asociacionismo), ahora la de artesanía en el Castillo.

Eso sí, yo hago una sugerencia (que porque soy así, que si no la cobraba a precio de oro): hagamos como en Alicante y montemos dos veces al año las Jornadas del Marisco Gallego. Hasta el próximo domingo 27 de noviembre es posible degustar en el paseo Canalejas y a precios aceptables, centollos, bueyes de mar, nécoras, etc. expresamente traídos de Galicia. Y sin tener que subir escaleras.
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