07 noviembre 2005

In vino veritas

Estupendas viandas y mejor tertulia, todo ello extraordinariamente regado. Este fin de semana nos dimos un homenaje digno de un rey, además fue doblemente grato por inesperado. Se lo narro:

Interrogativa: ¿Quieres un poco de vino?.
Negativa: No, de momento no, gracias.
Indicativa: Es un Vega Sicilia.
Exclamativa: ¡Un Vega Sicilia!.

Vega Sicilia es, entre los clásicos, el mejor vino español. Aún antes de la actual moda de los caldos nacionales, Vega Sicilia ha sido una referencia mundial, rivalizando sin complejos con las mejores botas bordalesas... y hasta el sábado pasado únicamente había podido leer sobre él.

Pero ahí lo tenía, con toda la fama por delante. El color, intenso, de cereza madura. El aroma redondo, compacto. El gusto perfectamente armado, nada se escapaba, todo concentrado y soberbiamente conjuntado. La ausencia de acidez era acompañaba con un cierto dulzor que sin duda también se debía a lo añejo de la añada. Era un "Vega Sicilia Único" de 1974, aunque se comercializó entre 1993 y 1995. Por lo tanto, el sábado pasado era un buen momento para degustalo. Ya te digo.

Les cuento todo esto no para dármelas de enterado (aunque los que me quieren me van aficionando al tema), sino por la conversación que acompañó al banquete.

Como saben la Ribera del Duero es, junto con la Rioja, la cuna del mejor vino español, aunque quizás es en aquella donde se dan los ejemplos más extraordinarios (como Vega Sicilia o el Tinto Pesquera). Peñafiel es una de estas localidades vitivinícolas por antonomasia y, como sabemos, está hermanada con Villena, amén de Escalona.

A diferencia de nuestra ciudad hermana, Villena ha cultivado hasta no hace mucho tiempo vides destinadas a un consumo más mayoritario y popular: lo que ahora se denomina despectivamente "vinos a granel" o "vino de mesa". Es el tradicional modelo que en este siglo dió lugar a las cooperativas vinícolas, la red productiva y social que ha sustentado el campo de esta zona. Aquel sistema cumplió perfectamente su labor económica pero ahora ha llegado el momento de cambiarlo. Distintas gentes de esta provincia así lo han entendido.

En Villena y la D.O. Alicante se pueden obtener extraordinarios caldos. Es el caso del Moscatel, el vino dulce que puede rivalizar sin complejos con los mejores Pedro Ximenez: pruébenlo con foie o acompañando a los postres, el resultado es óptimo. Pero, además, también se obtienen estupendos blancos y tintos. Un ejemplo son los de Enrique Mendoza, bodega con sede en Alfaç del Pi, pero que tiene algunos de sus viñedos muy cerca de la pedanía de Las Virtudes. Además, encomiables (y fructíferos), están siendo los esfuerzos comercializadores de BOCOPA y Salvador Poveda.

En definitiva, existe una enorme potencial en estas tierras para producir extraordinarios caldos y este es el momento de aprovecharlo. Producir menos y elaborar mejor, ese parece el camino, y las distintas bodegas así lo están intentando.

Por cierto, el otro día probé en Los Balcones un estupendo vino ecológico criado en Yecla. También parece una buena idea y un buen negocio.
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