11 enero 2006

El calor de un buen servicio al cliente

Dejábamos ayer a Aureliano Buendía con sus pajas mentales bajo la promesa de que hoy nos ocuparíamos del motivo de su opinión de esta semana: las facilidades que nos brindan los Servicios Telefónicos de Atención al Cliente.

¿Quién no se ha sentido gilip*****s al tener que hablar con una teleoperadora monocorde o, peor todavía, con una cinta grabada que le va guiando por distintos pasos que indefectiblemente terminan en cualquier lugar menos en una solución factible?. Pues eso: nadie se ha librado, aunque también es cierto que hay casos y casos.

Gracias a Gas Natural desde hace unos años en Villena la mitad de las casas han dejado de recibir la agradable visita del butanero. Con ello se acabaron frases tan socorridas como aquella de "¿me la metes en la cocina que mi marido no está y yo sola no puedo?". Eso sí, el agradable calor humano del empleado de Riesma ha sido sustituido por una maraña de conducciones que surcan las fachadas y se inmiscuyen en nuestros patios de luces.

Para realizar tamaña empresa no se tuvo reparos en levantar el suelo de un buen número de calles, algo nímio respecto a lo que el progreso significa. Aún así tampoco hubiera estado mal que los de Gas Natural se coordinaran con los perforadores de ONO (ven como ligo artículos sutilmente), porque no habían terminado de tapar la zanja de los primeros cuando los siguientes procedían a levantarla de nuevo.

De todas formas lo del Gas Natural no está mal: tienes butano siempre que lo necesitas, no se te apaga el calentador a mitad de la ducha y no tienes que salir helado y chorreando a cambiar la bombona. Eso sí, es bonito mientras dura, si hay problemas, ay, ay, ay.

Si hay problemas hay que llamar al Servicio Técnico, el de las teleoperadoras, y es ahí puede empezar una historia de las de cangelo grande. Sólo hay que leer lo que le pasó al Teleoperador.

Hace justo un año, en pleno invierno, una avería le dejó cinco días sin calefacción ni agua caliente. El relato en tres capítulos de cómo consiguió no morir congelado, de cómo logró que llegase el servicio técnico cuando todo estaba perdido, es tan instructivo como divertido. Gracias a él sabrán como ganar la partida a los malvados Servicios al Cliente.

Les dejo los enlaces a las tres partes de la historia:

Y una muestra:

“Hoy es mi quinto día sin calefacción ni agua caliente. Esta es la peor semana de heladas en muchos años, según cuenta la televisión a diario.

Tac, tac, tacatá.

Cuatro días duchándome con agua calentada al fuego y un cacito. Hasta he perfeccionado la rutina. Incluso he descubierto formas de ahorrar agua: soy capaz de ducharme con siete litros escasos. Soy el orgullo del Ministerio de Medio Ambiente.

Tac, tacatá, tac, tac.

Puedo confirmar que el frío es bueno contra el envejecimiento de la piel. Ahora parezco más joven. Mucho más. Tanto que ayer mi madre intentó ponerme pañales. Los rechacé: la orina me ayudará a calentarme.

Tacatá, tac, tac.

También leí que el frío aumenta el vigor sexual pero no he podido confirmarlo. Rakhely está bajo cuarenta capas de ropa y cualquier intento de quitarle una sola puede terminar en matanza. Empiezo a olvidar su rostro.

Tacatá, tac, tac, tacatá.

Eso sí, la CPU nunca estuvo mejor refrigerada. Y los tacatás no son las teclas: son mis dientes."

Ah, la historia la conocí a través de Nacho Escolar.
Leer la continuación del artículo...

No hay comentarios: