Lilith habla de una mujer que, a pesar de su inteligencia y sus firmes y consecuentes criterios, sucumbe a una relación tormentosa marcada por el maltrato y la falta de libertad individual. Eva Zapico, el viernes en la Casa de Cultura, logó establecer un acertado paralelismo entre las mujeres de siglos vividos.
Según consta en la literatura hebrea, Lilith fue la primera esposa de Adán: estaba hecha con polvo y arcilla, igual que él. Era hermosa y libre. Pero Adán y Lilith nunca hallaron armonía juntos puesto que cuando él deseaba tener relaciones sexuales Lilith no aceptada la sumisión: “¿Por qué he de acostarme debajo de ti? —preguntaba—: yo también fui hecha con polvo, y por lo tanto soy tu igual”. Adán trató de obligarla pero ella abandonó al primer hombre.
Cuando una persona lee detenidamente la Biblia y comprueba el trato que en ella se da a la figura femenina, en especial en el Antiguo Testamento, es difícil que no le invada una sensación profunda de angustia y extrañeza. No es agradable comprobar cómo la mujer bíblica es reducida, en el mejor de los casos, a elemento meramente funcional al servicio de la procreación y cómo toda cosa que tenga que ver con la fisiología femenina se convierte en algo impuro, abyecto y pecaminoso.
La obra
Eva Zapico, directora de la obra, y Antonio de Paco, autor del texto, realizan en su “Lilith” un recorrido que parte de la inferioridad moral otorgada a la mujer tras el pecado original de Eva, continuando por los siglos de castigos y crueldad por su condición de seres incompletos e inferiores, llegando al momento actual. Para ello se valen del uso que las religiones hacen del miedo para controlar la voluntad del ciudadano, Lilith trata de un tema especialmente inquietante: el poder de la manipulación emocional y cultural.
La obra indaga en la figura femenina y su evolución, y cómo, pese a la apariencia de tener el terreno ganado en materia de igualdad, el maltrato y la falta de respeto entre los sexos siguen vivos. Aún a pesar de tantos años de lucha feminista, Lilith viene a decir que no hay tanto que celebrar y para ello se recurre a figuras inevitables como Simone de Beauvoir o Sylvia Plath, y a otros personajes interesantes como la cantante de blues Bessie Smith que con su voz inicia y culmina la obra.
Lilith, a través de los paralelismos entre la Biblia y la realidad, habla de una mujer que a pesar de su inteligencia y de sus firmes y consecuentes criterios, sucumbe a una relación tormentosa marcada por el maltrato psicológico, la falta de libertad individual y la pérdida de control sobre su vida y sus ideas. Una poderosa conclusión todavía no aprendida, a pesar de lo llovido.
La puesta en escena
La obra, pues, presenta un tema contundente, sin duda, y por momentos lo desarrolla con fuerza -especialmente en la coreografía y la plasticidad del trabajo con los actores-, pero el excesivo juego con la estructura entrecorta demasiado el discurso y finalmente el conjunto queda algo disperso y desdibujado, no se sabe bien si por el texto o por la dirección que se ha hecho de él, que en el apartado de puesta en escena y dirección de actores sí que resulta muy acertada.
Así la fuerza visual de las escenas bíblicas, basadas en la estética religiosa renacentista y acompañadas de música electrónica, se hace con toda la atención de la historia, de manera que la infradesarrollada narración de Verónica de Andrés (que hemos podido ver en diversas comedias de Albena Teatre) no logra hilvanar los episodios, quedando así en auténticos clips musicales, aunque al abajofirmante le parezca una buena idea que, por ejemplo, funciona perfectamente en el “Réquiem por un sueño” de Aranofsky.
Conviene por ello señalar que esta Lilith es un derroche de teatro físico, donde José Luis Cano, Sandra Gómez, Merce Tienda y Pau Blanco, están muy bien, al igual que la acertada escenografía, que nos indica de igual manera el respaldo económico de Teatres de la Generalitat Valenciana y el acierto de la Casa de Cultura a la hora de programar esta obra en la víspera del Día Internacional por la Erradicación de la Violencia de Género.
27 noviembre 2006
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