08 agosto 2006

Nueva oportunidad para cambiar las actitudes en Fiestas

Copio y pego por ser amigo mío, jefe a ratos y estar de acuerdo en esto: un estupendo artículo de Paco Marín sobre las Fiestas de Villena.

De las pasadas jornadas de "Entrefiestas" destacaría dos aspectos que me han parecido esenciales para la mejora de la fiesta y la higiene mental colectiva: por una vez hemos dejado a un lado el ser los mejores, hemos dejado de "mirarnos el ombligo", y además nos hemos atrevido a decir públicamente que consideramos nuestras fiestas como algo muy nuestro y de lo mejor que tenemos, pero hay que afrontar algunos problemas importantes.


Muchas cosas buenas tienen nuestras fiestas: participación, alegría, integración, nadie se siente extraño, no elitismo, amistad... Pero últimamente se está dando en ellas un mayor individualismo pasando a un segundo término el sentido comunitario. Algunos rasgos visibles preocupantes, sobre todo en los desfiles, que son escaparates públicos de la fiesta, son: hay un número minoritario, pero no pequeño, de festeros cuyo comportamiento público es incorrecto: van a la suya, mal comportamiento y perjudican al conjunto que en general; en un contexto donde acampa y se tolera públicamente sustancias alcohólicas y drogas. Parece que los únicos actos obligatorios son los desfiles y la fiesta de noche; se eluden responsabilidades o implicaciones en la comparsa...

Oímos expresiones del tipo: "yo pago: tengo derecho a hacer lo que quiero...", "desfilar bien no es divertirse", "en las fiestas no existen obligaciones", " si no te gustan te vas". Parece que hay cada vez más un distanciamiento festero- espectador: sillas vacías, se aplaude poco, y aburre el desfile, no por ser largo, ya que es imposible que con la participación en el mismo se realice en menos tiempo sino por el mal comportamiento, los cortes y distancias excesivas y la falta de variedad musical. Hay un sentimiento de que la fiesta no es de todos/as: son "para los que salen", muchas personas se van fuera de Villena o se refugian en actos religiosos o que no son desfiles ya que se sienten más identificados, integrados e incluso respetados.

¿Es posible que podamos estar a gusto todos/as?. ¿Estaremos tendiendo a vivir las fiestas como algo que satisface a uno solo más que al conjunto?. En concreto, los desfiles, ¿pueden ser actos agradables y al mismo tiempo disfrutar a tope y ser muy alegre en ellos?, ¿cumplir unos mínimos acuerdos de comportamiento cívico y sentido común es ir contra la diversión de la fiesta?. ¿Somos el único pueblo de este tipo de fiestas que se divierte?.

La fiesta ha sido una necesidad vital que desde los primeros albores de la humanidad se manifestó como un fenómeno social y público. La nuestra, que es patronal, y además el único referente festivo colectivo, es un patrimonio y un bien común, que hemos heredado, por lo tanto no nos pertenece. Tenemos la obligación común de amarla, cuidarla, mejorarla y proyectarla hacia el futuro.

Nuestras fiestas son una expresión colectiva de alegría, una ruptura con la cotidianidad y "cierta transgresión social", y también celebramos nuestra identidad e historia. Pero ello no nos exime de dar respuestas con responsabilidad. Parece que la diversión ha estado reñido con un marco de referencia y sentido común. Tendremos que aprender a diferenciar lo público y común de lo particular y privado. Nos tenemos que divertir de forma plena e intensa, pero todos/as.

Muchas veces hemos dicho, a modo de justificación, que "somos así". El legado no fue eso. Más bien lo hemos hecho así, permitiendo y tolerando actitudes y actuaciones de tipo individualista que están aprehendidas, riendo las llamadas gracias de unos que no entienden la fiesta como algo comunitario, justificando muchas veces ciertas conductas porque estamos en fiestas, no actuando para que el sentido común y la conciencia cabalgan por ellas, o no aplicando los acuerdos y medidas tomadas colectivamente... Quizás ha faltado un proceso de mentalización, de cuidado y amor a la fiesta en su conjunto y no sólo la diversión y los desfiles.

Tenemos una nueva oportunidad durante este mes de agosto para dialogar. Momentos no nos faltarán: juntas y reuniones de comparsa, las "charrascas", medios de comunicación... Si se realizan las medidas que se han tomado este año pueden ser un buen inicio. Pero ante todo habrá que fomentar la educación y la mentalización como elementos fundamentales de crecimiento de nuestra conciencia festera colectiva.

Hemos hecho de la "cantidad" marca de denominación de origen, y nos hemos metido en una carrera de cifras y datos, para demostrarnos y demostrar que somos algo, a veces rayando el ridículo. Habrá que poner el acento en la calidad, que es participación, alegría sana, raíces e historia colectiva, bien común, y mantener como centro a nuestra patrona.

Francisco Hernández Marín

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