25 agosto 2006

Ya que nos vamos a pelear, hagámoslo bien

Dejo la columna de vacaciones, que me voy de exámenes y luego de fiesta. No guardo duda de que el ambiente de la vuelta será tan polémico como el que acompaña a esta corta despedida, así que me he propuesto que en estos días aprendan recursos dialécticos perfectamente empleables en el enfrentamiento cotidiano que nos aguarda.

Lo que a continuación les detallo es un resumen de tácticas de eso que los modernos llaman “terrorismo conversacional”: trucos y tretas para discutir pero no dialogar, maneras de quebrar la cintura del enemigo dejándolo balbuceante y que se olvide de aquello de lo que realmente estábamos hablando.

Comenzamos fuerte: caza al hombre

Un argumento ad hominem (en latín, "dirigido al hombre"), es una falacia que implica responder a un argumento refiriéndose a la persona que lo formula, en lugar de al argumento por sí mismo. Veamos ejemplos:

“No puedes afirmar que mi acción es inmoral porque tú has estado en la cárcel”. El hecho de que yo haya estado en la cárcel no convierte en morales las acciones de mi interlocutor ni me impide denunciarlas.

“¿Dice que es necesario diálogo? ¡Qué va a decir, si es del mismo partido!”. Que sea del mismo partido no invalida su argumento de que, en efecto, es necesario el diálogo.

Pero vamos a las variantes bizarras, ¿qué tal si al adversario dialéctico le vamos machacando órganos vitales?:

Misil a la cabeza:
“Quisiera responderte, pero considerando tu capacidad de entendimiento, estoy seguro de que no lo vas a comprender.”

Pico de oro haciendo (falsos) favores:
“Mi argumentos serán tan rotundos que incluso tú podrás entenderlos.”
“Esto vas a entenderlo hasta tú.”

Directo al estómago “Cuando seas mayor comerás huevos”:
“A tu edad yo también pensaba así.”
“Cuando madures te arrepentirás de lo que estás diciendo y me darás la razón”
“Tu eres nuevo en esto, ¿no?”

Tú también tienes corazoncito (variante que apela a la psicología del interlocutor para distraer el tema):
“Tratas de disimular, pero estas lleno de odio y eso te lleva a opinar así”.
“De pequeño lo tienes que haber pasado muy mal para ahora decir eso”.


El diablo está en los detalles

En vez de ocuparse de un tema o de responder directamente una pregunta, la idea es centrar la atención en un aspecto irrelevante para evadirse o ir ganando tiempo:

“Antes de seguir deberíamos definir que es ‘participación’”
“La cifra que has dado es aproximada y no es serio hablar así”


No estoy diciendo eso

Maravilloso recurso que permite, de la manera más agradable, soltar lo más grosero. Pruébenlo en sus casas:

“Nunca te he pedido el dinero que me debías, ¡nunca!. Ni te he hecho sentir mal, ni te lo he reclamado cuando a mí me ha hecho falta de verdad”.
“Yo no voy haciendo caso a toda es gente que dice que eres un aprovechado y un ladrón”
“Cortadme en cuanto queráis, hay confianza, pero es importante que os cuente… (bla, bla, bla y requetebla)”.


Pregunta calienta cabezas

El intento aquí es poner en duda la capacidad de la otra persona mientras que al mismo tiempo cambiamos de tema. Para ello se formula una pregunta innecesaria que el interlocutor difícilmente sabrá, destruyendo su credibilidad y confianza. Lo epatante es ofrecer nosotros la respuesta sobre lo que pretendidamente queríamos saber:

“Estas mencionado constantemente la Ley de Régimen Local, pero ¿sabes en qué año y bajo que gobierno se aprobó?”
“¿Sabes qué principios dialécticos acabas de violar?” [“No”.] “Te los voy a explicar para que los conozcas a partir de ahora”

Dividiendo en grupos… y quedarse con el bueno

“Date cuenta de que los que están conmigo son gentes del pueblo llano y trabajador, mientras que a ti te apoyan los ricos y poderosos…”
“Por supuesto todo el mundo puede opinar, pero los mayores expertos creen…”

A tiro hecho

Esta técnica requiere conocer anteriormente algún error embarazoso o un acontecimiento doloroso en la vida de la otra persona. De manera sutil introduciremos el elemento descentrador, incluso causando la humillación de la otra persona:
“¿Qué era aquello que solía repetirte tu exmujer?”
“¿Eso fue antes o después de que te abrieran un expediente en el trabajo?”

¿De qué estábamos hablando?

Incluso si el otro interlocutor nos ha batido en el duelo y estamos esperando la estocada final podemos echar mano del manido recurso consistente en negar que la discusión ha existido como tal:

“Tu es que lo miras con una óptica que no es la mía y entonces nunca nos entenderemos”.
“Puedo llegar a coincidir contigo en todo menos en la conclusión, que para mi no tiene ningún sentido”
“Mis ataques no han sido personales, discuto tus opiniones pero no tu persona”.

Pueden aprender mucho más sobre estas cosas googleando “Conversational Terrorism”, de momento ya tenemos bastante y, además, estoy seguro que muchas de ellas les suenan… son muchos meses de foros virtuales. No obstante si se los especifico no es tanto para que con ellas hagan el mal, sino para que identifiquen aquellas personas y aquellos recursos que les alejaran de la discusión enriquecedora, sumiéndoles en la pérdida de tiempo. Felices Fiestas y buena Retreta que se avecina.

No hay comentarios: