En el Teatro Chapí la Tianjin Ballet Company ofreció el sábado una muestra representativa de su trabajo actual: creaciones de autores clásicos occidentales, así como lo más característico de la coreografía china presente.
En China existen sólo 5 compañías estatales de Ballet Clásico de primer nivel y una de ellas es la de Tianjin, ciudad situada en la costa este, muy cerca de Pekín. De hecho la historia de este Ballet, que cuenta con más de seis décadas de existencia, está estrechamente ligada al Teatro de la Música y la Danza de la capital asiática.
Desde la guerra civil china hasta el nuevo periodo de reformas económicas y políticas, generaciones de artistas se han esforzado continuadamente por elevar el nivel de una forma de expresión artística especialmente considerada en ese país. Es así como el teatro y la ópera china, junto con las artes circenses, han alcanzado un nivel insuperable para otras latitudes.
Buena muestra de ello la pudimos apreciar los asistentes al espectáculo que en el Teatro Chapí acercó fragmentos de coreografías occidentales junto con otras miniaturas “made in China”, de tal forma que se guió al público hacia la interpretación particular de las distintas danzas, resultando la gran belleza de la puesta en escena y la alta exigencia técnica los auténticos hilos conductores de lo mostrado.
El programa, de noventa minutos de duración, presentó en la primera parte una muestra de coreografía europea iniciada con la creación de M. Petipá titulada “Paquita”, un ballet con tema español del cual sólo se conserva el acto segundo y que forma parte del repertorio de muchas compañías profesionales de ballet del mundo. El Ballet de Tianjin logró dar vida con cuidada presentación y bello vestuario a este «canon» del ballet clásico del siglo XIX, en el que participaron la mayoría de la veintena de bailarines y sus solistas.
La segunda parte del programa presentó un ballet de carácter oriental con una selección de miniaturas coreográficas de diferentes contenidos, música y estilo, junto con fragmentos de obras del Ballet Chino como “Jing Wei” o el relato épico “El destacamento de Mujeres del Ejército Rojo”. A través de estas diversas interpretaciones pudimos apreciar tanto el alto nivel técnico y artístico de la compañía, como la complejidad de abordar un arte que se nutre constantemente de su propia tradición pero que pretende alcanzar formas más actuales y propias para la danza.
Gracias a ello el público asistente, que llenó dos tercios del aforo, disfrutó de un espectáculo tradicional pero poco frecuente en nuestra cultura, lejano en su origen pero mucho más próximo gracias al cine, la televisión y acertadas actualizaciones del espectáculo circense.
Eso sí, en lo negativo, además de alguna deficiencia en el sonido (grabado) que acompañó algunas de las partes del espectáculo, habría que señalar la mera intención “abreboca” de la propuesta, que trata de ofrecer una degustación de lo más tópico o esperable, sin jugársela, al menos, con la intercalación de alguna presentación más vanguardista. De esta manera, en el Chapí fue posible apreciar la técnica de bailarines de alto nivel, pero no tanto la imaginación de coreografías que también podrían transitar fuera de los cánones, ya sean de oriente u occidente.
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