24 febrero 2006

Al porno español, como a la selección nacional, le falta un estilo propio

La semana pasada nos pusimos tontorrones en la Universidad de Alicante: talleres de caricias y literatura sensual, junto con teatro libertino y la presentación de un libro, protagonizaron la I Semana Erótica perpetrada por Universitarios Progresistas y el Vicerrectorado de Extensión Universitaria.

Entre tanta actividad festiva se reservó el fin de semana para el porno, en concreto para un recorrido por la historia del cine X español. Así que a mí me tocó alternar gustosamente con Paco Gisbert y Manolo Valencia, dos tíos estupendos que son los autores de “Exxxpaña. Historia del porno español”, un paseo fílmico que arranca con los cortos encargados por Alfonso XIII y culmina en el momento dorado que vive la guarrerida patria.

Manuel Valencia es periodista y guionista de cine y televisión. Autor de diversos libros dedicados al cine para adultos, ha sido miembro del jurado del FICEB a lo largo de nueve años consecutivos. Es también el director y editor del fanzine “2000maniacos”, uno de los más veteranos del mundo mundial. Paco Gisbert también es periodista y guionista, en 1992 comenzó a colaborar en la Cartelera Turia como especialista en cine porno. En 2000, la revista Interviú le encomendó la elaboración de una colección de películas clásicas del cine X, que ha superado ya las 270 entregas. También es colaborador habitual del diario El País, pero, además, su perversa mente esconde otros vicios: el fútbol, la cultura basura y el cine, por lo que los cinco libros que ha publicado hasta la fecha versan sobre esos temas.

El fin de semana fue rico en conversaciones y encuentros, tanto a solas como con las respectivas parejas de los escritores. Fruto de tanto trajín son las preguntas advenedizas y las respuestas claras que continuación les presentamos:

Villenerias.net: ¿Cómo llegáis a interesaros por el cine porno y en qué medida habéis podido desarrollar abiertamente esta predilección?

Manuel Valencia: Yo me interesé en la adolescencia un poco por su carácter clandestino y también porque el porno de aquellos tiempos, americano de los 80 y accesible en VHS, estaba muy bien. En aquel momento de mi vida sobresalía el aspecto iniciático, pero con el tiempo me fui interesando por actrices, actores y directores. Desde luego no tengo motivo para ocultar la que desde los veinte años es, además, mi profesión.

Paco Gisbert: En mi caso y al ser más mayor, he vivido la evolución de la España casposa y he pasado sucesivamente por las épocas de represión, destape, Serie S y finalmente Cine X. Se trata de una evolución natural y progresiva al mismo ritmo que la realidad española.


VN: ¿Dedicarse al cine porno, aunque en vuestro caso desde la tarea de críticos e historiadores, os ha supuesto en algún momento un problema social?

PG: Al revés, en realidad resulta ser una profesión bastante exótica y digna de dar a conocer. Es más, he participado en distintos programas de televisión donde he tenido la sensación de ser tratado como un fenómeno de feria cuando el presentador podía ser mucho más friki. Todo el mundo que me conoce sabe cuál es mi trabajo, que dicho sea de paso, me parece una profesión de lo más digno.

MV: Desde luego yo nunca lo he ocultado, es parte de mi vida, y por supuesto las chicas no nos miran mal y además pueden decir sin tapujos: “¡tienen deseos sexuales como cualquier bicho humano!”. También coincido con Paco en lo del puntito exótico.


VN: En vuestro trabajo cómo críticos de cine en publicaciones y festivales, ¿qué aspectos consideráis a la hora de valorar la calidad de una película porno?

PG: Los mismos que en una película convencional: qué y cómo se cuenta una historia o, dicho de otra manera, que el significante y el continente estén bien relacionados. La única diferencia respecto al resto de cine es que existe un componente emocional más acusado, pero de igual manera que la comedia, por definición, debe resultar divertida o hacer reír.

La función de estimulación de una película porno es una de las claves, pero no la única, para valorar su calidad. En mi caso hay escenas, actrices o situaciones que me ponen mucho, pero eso no quiere decir que la película sea buena. De igual manera, hay producciones extraordinarias que a mi no me ponen nada.

VN: Respecto al futuro del cine porno, ¿pensáis que con el acceso a través de Internet a todo tipo de sexo grabado dejará de tener sentido el porno como elemento cinematrográfico, es decir, con guión, personajes, temática, etc.?

PG: No lo creo. Hay que aclarar que lo que se encuentra en Internet no es cine porno, es sexo filmado, de igual manera que se pueden conseguir videos de tortazos y eso no implica que se trate de cine de comedia. Actualmente la industria se ha adaptado y hace las dos cosas: pequeños videos, que incluso se pueden descargar al móvil, y cine porno. No obstante, sí que hay que señalar una rémora de la industria del cine porno: mientras que en el cine convencional se parte de un guión y un proyecto definido, en el porno primero se encuentran los actores y a partir de ello se monta la historia.

MV: Tanto es así que el porno norteamericano produce series muy repetitivas que incluso derivan en una especie de “franquicia familiar”, es el caso de Buttslammers que ya va, ¡nada menos!, que por las 87 entregas o la serie de Voyeurs que ha llegado a las 32.

PG: De todas maneras hay que pensar que cada año se producen 30.000 películas porno, una cantidad que no iguala el resto de cine, por lo que hay espacio para todo.


VN: ¿Quizás por eso se esté llegando a un punto de radicalización en el que la violencia o las prácticas extremas ya no son infrecuentes?

MV: Se trata de una búsqueda del espectáculo que yo comparo con el circo: si un año la cabra hace un salto mortal al año siguiente deberá hacer el doble para impresionar. Hemos pasado en veinte años de la época Reagan, en la que una penetración anal era difícil de encontrar en un film, a un momento en el que está presente casi obligatoriamente, por no hablar de gang-bang, bukkake o fist-fucking. A mi personalmente los números de circo en el cine porno me parecen grotescos y no me excitan.

PG: Yo en esto recojo la opinión de Jenna Jameson: “el público debe esperar algo más de ti”. Hay buenos ejemplos de obtención del morbo del público sin recurrir al extremo, es el caso de Janine Mildemulder, la llamada “reina lésbica”, que habiendo debutado en 1992 no realiza un número heterosexual hasta una década después. Ahora, cuando su estrella ya debería haberse apagado y con un físico más propio de una ángel del infierno cutrón, continúa editando películas de éxito.

VN: Entonces, ¿hacia donde creéis que va el cine porno?

PG: Pienso que volverá a sus orígenes. El porno nació como un género independiente y acelerado: no había presupuesto para más y la manera de hacer un cine arriesgado era filmar porno. El sexo seguirá disponible a través de muchos medios, pero precisamente por eso el porno volverá a especializarse y convertirse en un arte como llegó a ser en los setenta. De hecho las grandes películas americanas recientes son peliculones donde cada vez hay menos circo y se vuelve al cine con concepto y autor. Por otro lado, el cine convencional inserta progresivamente escenas de sexo más explícito y ahí quizás encontremos un punto de confluencia.

VN: Hablando de vuestro libro, ¿consideráis que el cine porno español vive un buen momento?

MV: Yo creo que sí, aunque quizás ahora entramos en un momento de receso. Lo cierto es que las películas que vemos en el FICEB son de calidad y variadas, ahí están las producciones de Pedro Calleja, Narcís Bosch o Torbe y Coppula. En diez años se ha evolucionado muchísimo, especialmente desde José María Ponce y “Perras Callejeras”, aunque siguen faltando productoras estables.

PG: El cine porno español vive una contradicción puesto que hay poca gente que produce. Private, aunque radicada en Barcelona, no es española y sólo hay dos o tres empresas que producen. Conozco buenos autores que tienen que esperar años a que lleguen ofertas de producción. Sin embargo, lo alucinante es que hay una nueva generación de actrices españolas que vienen pisando fuerte y compitiendo entre ellas.

VN: ¿Creéis que hay un “sello propio” del porno español?

PG: Yo creo que lo más característico del porno español es precisamente que no lo hay. Francia, Alemania o Estados Unidos sí que tienen características formales definitorias, pero aquí cada uno tiene su sello propio. En el porno español convive gente como los hermanos Lapiedra, Max Cortés, Alain Payet o Torbe. De hecho es posible encontrar películas rodadas con los mismos actores y casi al mismo tiempo sin que tengan nada en común, mientras que en caso de Francia o Italia es posible encontrar estilos, iluminación o argumentos similares. En España ocurre lo mismo que con la selección de fútbol: cada jugador proviene de un equipo que juega diferente y por eso no hay un estilo común.

MV: Quizás “Perras Callejeras” podría tener un sello identitario más claro, pero lo cierto que si nos ponemos así sería Torbe el que defendiera las señas propias, en este caso las del humor y la parodia.

VN: Ya para terminar ¿qué tres películas del porno español y mundial son vuestras favoritas?

MV: En el caso de las españolas: “Perras Callejeras” de José María Ponce, ”Bulls and Milk” de Narcís Bosch y “Sex Mistere” de Pedro Calleja. En el caso de las extranjeras me decantaría por “El diablo y la señorita Jones”, “Historia de Joana” y las “Memorias eróticas de Miss Aggie”, curiosamente las tres de Gerard Damiano (autor de la archiconocida “Garganta Profunda”). En definitiva, me quedo con el porno americano de los setenta.

PG: En mi caso me resulta especialmente atractivo el porno que llega hasta 1986, todavía más el que se hace hasta 1977 y que convierte al porno en un fagocitador de géneros que muestra lo que otras filmografías no pueden. De toda la historia del cine X destacaría “Tras la puerta verde” de los hermanos Mitchell, “Toda una vida” de Mario Salieri y “The opening of misty Beethoven” de Henry Paris (seudónimo de Radley Metzger). Respecto a las españolas resaltaría un título fundamental en su época como fue “Club Privado” de Ponce, así como “Caspa Bros” y “Hot Rats” ambas de Narcís Bosch.

No hay comentarios: