07 febrero 2006

La sonrisa del payaso

La cara de susto anunciaba que era algo importante: "¿sabes lo que ha pasado?". Mal encaminado debía ir yo cuando se animó a darme pistas: "pero... ¿sabes lo que es la sonrisa del payaso?"· Ahí ya me lo imaginé: el hombre del saco, la chica de la curva, el perro de Ricky Martin.

Mi hermano me interrogaba sobre la banda de Latin Kings que estaba asolando Villena: "ya han violado a tres chicas y a un chico le han amenazado con hacerle la sonrisa del payaso y la corbata colombiana". Blanco me quedé. Para mi era el primer comentario, para el narrador era la síntesis de una semana de miedos crecientes.

Para el chaval las truculentas historias de peñas sanguinarias eran tan reales como que Conocimiento del Medio antes se llamaba Ciencias Naturales. La historia no era tan difícil de creer: cada día hay más adolescentes de origen inmigrante y cada día aparecen en la televisión más casos de bandas callejeras. Además la historia se la contaban sus compañeros de clase, ¿por qué dudar entonces?.

Pues porque las cosas no son así: las historias que le contaban sus compañeros —y que después el también narraría— no son imposibles, pero sí que ellos fueran los únicos en conocerlas. Si algo parecido a lo narrado hubiese sucedido en la realidad no habría quedado nadie, desde Las Cruces a La Virgen, sin saberlo... y pocos se hubiese quedado quietos.

Pero nada, absolutamente nada de lo contado —aunque en cada repetición haya ido ganando macabros detalles— es cierto. Nunca ha pasado. Nunca.

Bueno, esto último no es cierto del todo. En realidad sí que ha pasado: cada relato ha sido imaginado por cada chaval o cada padre que lo haya escuchado, y si nuestra cabeza es capaz de pergeñar semejante historia igualmente es válida para recrear el horror del relato. Hoy no podemos evitar imaginarnos, a nosotros mismos o a nuestros seres queridos, en el peor de los casos. Por eso no vamos a estar tranquilos, no vamos a quedarnos impasibles cuando salgan a la calle, no vamos a ver igual al grupo de latinoamericanos.

Es bueno que estemos alerta: ahora y siempre, pero igualmente es bueno que no contribuyamos a la alarma injustificada y menos al bulo. No hay bandas en Villena, no ha sucedido lo que se ha contado. No colguemos el sambenito al que no puede defenderse, puesto que nada ha hecho.

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PD.:
Gracias a Pedro Agredas, concejal de Policía, por el rotundo desmentido.

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