Aureliano Buendía los llamó "bocaranes" y yo que soy un tío de Internet (un blogger de esos) debo llamarlos "trolls", un calificativo que surgió de la expresión inglesa "trolling for fish", una técnica de pesca consistente en dejar señuelos para atrapar a incautos.
En el caso concreto del artículo sobre el protocolo pueden contarse hasta tres tristes trolls. En la infinitud de artículos de
Ramón es un visceral pero no un troll. Los demás no podemos decir lo mismo… y menos después de lo visto. En los foros, y ya van tres, he recibido insultos personales de la misma persona y, desde luego, la primera debió ser la última. Sirva el presente artículo para decirles tres cosas:
- Que si tienen algún interés por el artículo de marras, corran, corran a leerlo.
- Que no seguiré con el tema puesto que voy a tratar de ser coherente e intentaré “no dar de comer al troll”.
- Que espero una rectificación, aunque sea privada, de aquél que me insulta públicamente por tercera vez.
En fin, les dejo con la conocida reflexión de Antonio Machado:
En España, de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa.
...ahora alguno dirá que le he llamado cabestro.Leer la continuación del artículo...
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