05 febrero 2006

Nueve de cada diez

Quedó dicho en el artículo del miércoles: este fin de semana tocaba tratar el tema del soterramiento o, más concretamente, algunos "efectos colaterales" del mismo. Del soterramiento, de su protocolo, de las obras, de los dineros, etc. habrá tiempo suficiente para hablar, pero por eso mismo resulta desalentador enfrentarse a un nuevo periodo de insultos, descalificaciones y acusaciones veladas a través de seudónimos malévolamente utilizados.


Aureliano Buendía los llamó "bocaranes" y yo que soy un tío de Internet (un blogger de esos) debo llamarlos "trolls", un calificativo que surgió de la expresión inglesa "trolling for fish", una técnica de pesca consistente en dejar señuelos para atrapar a incautos.

Queda dicho aquí y quedó dicho allí: por troll entiendo aquel que de forma malediciente irrumpe en los foros, critica pero no da razones, ataca con mala baba a personas y no a los hechos y, además, se escuda en el seudónimo por vergüenza a no firmar con su nombre real.

En el caso concreto del artículo sobre el protocolo pueden contarse hasta tres tristes trolls. En la infinitud de artículos de la Villena virtual el número de “trolls” crece exponencialmente, seguramente ninguno podemos salvarnos de la quema. Sólo Ramón Cerdán puede tirar la primera piedra: dentro de sus alambicadas intervenciones han primado los argumentos y si en algún momento se ha puesto faltón uno podía perdonarlo tras sus disculpas o simplemente imaginándoselo hundiendo teclas y con la vena hinchada.

Ramón es un visceral pero no un troll. Los demás no podemos decir lo mismo… y menos después de lo visto. En los foros, y ya van tres, he recibido insultos personales de la misma persona y, desde luego, la primera debió ser la última. Sirva el presente artículo para decirles tres cosas:

  • Que si tienen algún interés por el artículo de marras, corran, corran a leerlo.
  • Que no seguiré con el tema puesto que voy a tratar de ser coherente e intentaré “no dar de comer al troll”.
  • Que espero una rectificación, aunque sea privada, de aquél que me insulta públicamente por tercera vez.

En fin, les dejo con la conocida reflexión de Antonio Machado:

En España, de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa.


...ahora alguno dirá que le he llamado cabestro.Leer la continuación del artículo...

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