22 febrero 2006

Asesinato en 8 mm

Cunnilingus, felación, sado-maso y orgasmo múltiple. Hace tiempo que el cine porno no me sorprende con nuevos vocablos y proezas, seguramente porque la televisión se ha encargado de colmar sin límite mi golosa curiosidad.


Desde hace un par de meses y gracias a un reportaje emitido en la tele digital tengo conocimiento de que el cine porno se encuentra en una crisis “existencial”. No es que les vaya mal, no señor, el vicio carnal convenientemente empaquetado y distribuido por internet o deuvedé financia los otros vicios menos públicos de productores y distribuidores; el problema es mucho más importante y profundo. Afecta a lo fundamental, al concepto mismo que sustenta las películas X.

Vale que unos cuantos cuerpos retozando en posturas inverosímiles nos confundan y creamos que la gracia de la pornografía está en lo físico, en el instinto básico, en la libido procreadora, pero no es sólo eso. La pornografía hasta hace bien poco también traía bajo la ropa alguna cosa más: trasgresión, misterio, morbo... ¡acceder a lo prohibido!

La verdadera constatación gráfica de que Franco había muerto no fue el lamento de Arias Navarro, ni la colocación de la pesadísima losa que guarda a buen recaudo sus exequias... el fin de la dictadura se rubricó con el destape. Ágata Lys, Nadiuska, Victoria Vera o Esperanza Roy anunciaban desde infames películas y portadas de nuevas revistas que las cosas estaban cambiando.

Sin embargo los reprimidos españoles no tardaron en estar hartos de carne después de tantos años de hambre atrasada. Hoy en día el tema está totalmente finiquitado; esta misma semana se ha anunciado que el último cine X de Barcelona, la Sala Roma, cierra sus puertas tras veinte años de servicio y que el campeonísimo Rocco Siffredi se retira tras 1.300 películas a sus espaldas (es un decir).

Todo eso ya es parte del pasado. Algunos temas y prácticas sexuales, antaño escandalizadoras, no sólo se encuentran en cualquier film escondido en la madrugada, sino que trepan por la parrilla televisiva y asoman lo mismo en Crónicas Marcianas que en Espejo Público o el Diario de Patricia. El lado positivo es, sin duda, que por fin mucho ha dejado de ser tabú, inmoral o simplemente prohibido, pero eso sí, el cine X ya no encuentra su sitio ni su sentido, ya no proporciona una ración de lo no permitido junto al gozoso frenesí.

Así que los que viven de estas cosas han empezado a darle vueltas a qué es lo oscuro y censurable en estos tiempos que corren. Ni que decir que cuando lo encuentran lo filman y lo venden. Por lo visto lo que se lleva ahora es lo realista mezclado con violencia a tope: películas que parecen videos caseros; golpes, abusos y lloros que duelen por ser sinceros. No sigo con la enumeración.

El género es tan salvaje que se desdibuja y pasa a tratarse casi de una snuff movie. Y no me refiero sólo a las pelis porno. Les reconoceré por qué me he animado a escribir este texto: esta semana he visto parte de una snuff movie. No he recurrido a ningún amigo depravado, no me la han pasado subrepticiamente, es más, yo no la quería ver, me la he encontrado, aunque eso sí, me ha salido bastante barata.

Lo que ahí se mostraba era sencillo y horrible. Un chico llamado Kim Sun-li, de 33 años de edad y nacionalidad surcoreana, aparecía primero implorando entre gritos y sollozos, sintiendo la muerte acercarse. Más tarde su cuerpo descabezado ocupó toda la pantalla.

Quien lo hizo y el por qué de ello lo hablamos en otro momento, hoy me ocupo de por qué lo vi y para eso tengo una explicación: porque unos asesinos lo grabaron y los responsables de varios informativos lo emitieron. Así que ya me doy por enterado de que falta poco para traspasar el próximo límite de lo prohibido y pocas dudas me quedan de que lo veré en las noticias de la sobremesa, en las de la noche y repetido varias veces en el zapping, eso sí, seguro que me animarán con la morbosa advertencia de que puede herir mi sensibilidad.

Y a eso voy: es un deber periodístico mostrar la verdad, sea cual sea, pero me opongo a hacer de ello un espectáculo. El cine, de todo tipo, es al fin y al cabo una ficción, pero la realidad y la información sobre ella no es un mero entretenimiento mercantil.

Atención: este es un artículo publicado el 25/06/04 en Villena.net, se lo vuelvo a reproducir como aperitivo de lo que se avecina el viernes….

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sinvergüenza!! Mira que ir reproduciendo tus propios artículos de hace dos años...

Ahora sólo falta que venga otro enterao y te copie la entradilla pa´ su próxima columna.

Menos samba y más trabajar, leñe.

Villenerías dijo...

La madre que te parió. Tu no te has enterado de lo que es un blog sin dueños ni colaboradores ni publicidad ni ná: ¡¡amor al puro arte!!.

Virtuosismo del internete es lo que yo hago, ni más ni menos. Seguro que tu eres de los que me pusieron una pancarta como la del comentario del día 20... y si no, por lo menos harías la foto.

País!!!