13 octubre 2006

Bonhomía o alcaldable por un día

La bonhomía es la sencillez unida con la bondad en el carácter y las maneras. Una virtud casi teologal que muy pocas personas ejercen y que —esta semana se ha demostrado—, está bastante lejos del comportamiento de José Bono, madrileño por un día.

Se quedó ancho Iñaki Gabilondo en el arranque de su informativo del martes. El affaire Bono es para el periodista y presentador “el gran churro” de Zapatero, un fiasco total que ha dejado a la Federación Socialista Madrileña con la difícil papeleta de tener que buscar un nuevo candidato que asuma ser un segundo plato y demuestre amor ciego por el partido, además de fascinación por el martirio. Todo ello después de que en apenas 48 horas el antiguo presidente manchego haya mareado la perdiz, para luego dar calabazas y así dejar a todos con el culo al aire.

Juan Barranco, el último alcalde socialista de Madrid y a sabiendas de que mantendrá el record otra legislatura, lo decía amargamente en la prensa: “estamos rayando ya en la falta de respeto a los madrileños y en la humillación a los militantes de Madrid”. También atinaba al señalar dónde radica el desacierto: “no hay que buscar mirlos blancos, ni conejos en la chistera, porque no existen. Existen militantes que tienen un proyecto político, no se trata de un candidato”. Eso lo decía, además, sin entrar a valorar qué tipo de “gran esperanza blanca” es el anterior Ministro de Defensa, algo que yo sí voy a recordar puesto que con Bono siempre hay espectáculo y foto garantizada.

Entre otros méritos, Bono fue el ministro que justamente hace dos años tuvo la ocurrencia de hacer desfilar a veteranos de la resistencia contra Franco y Hitler junto a falangistas y miembros de las tropas nazis. Fue también cosa suya concederse la medalla al Mérito Militar, pero no estuvo tan diligente cuando la CIA utilizó Palma de Mallorca como escala para el transporte de presos ilegales. Bono, como presidente manchego, autorizó el proyecto urbanístico de Francisco Hernando (más conocido como el Pocero) y como diputado socialista se opuso a la reforma de la ley de aborto y la regulación de los matrimonios entre personas del mismo sexo. Todo ello sin hablar de los alambiques verbales de un tío tan pagado de sí mismo. En fin, todos sabemos que el eclecticismo político de Bono –por no hablar de sus graves contradicciones ideológicas— no es flor de un día.

Al representante de estas posturas, tan alejadas de la socialdemocracia, es al que se le ofrecía en bandeja de plata la candidatura socialista de Madrid. El manchego, viejo fajador político, en lugar de calcular la repercusión pública de sus palabras y silencios ha aprovechado para dejarse querer por la prensa, llevando el motor al ralentí y apurando la frenada hasta el precipicio. Sólo cuando no había lugar a dudas ha decidido saltar en marcha.

Bono, protagonista de semejante verbena castiza, ha logrado vengar así pasadas afrentas: la secretaría general del PSOE arrebatada por un puñado de votos, sus continuos enfrentamientos con otros compañeros de partido y su salida por la puerta de atrás. Pero también es cierto que el sainete puede significar su muerte política. Por fin.

No tengo dudas de que Zapatero sacará buen provecho de semejante descalabro. Vale que ahora el presidente del gobierno y el secretario de organización del PSOE sean objeto de escarnio, pero lo cierto es que Bambi ha demostrado dominar la estrategia mejor de lo que muchos le imaginamos. Entre otros, es mérito de ZP haber encauzado la crisis del Estatut catalán, cobrándose las piezas de Maragall y Carod-Rovira y colocando a un charnego en la carrera hacia la Plaça de Sant Jaume.

También es cierto que el baile de esta semana nos ha hecho recordar que a los líderes actuales se les pide que sean de todo: carismáticos, resolutivos, impecables gestores, además de afables y fotogénicos. Lo cierto es que más bien se obtiene lo contrario, pero por eso mismo tienen más sentido las palabras de Barranco: militantes y proyecto, que el candidato no es lo fundamental, aunque sí pernicioso cuando es el único objeto de discusión. Hagámosle un poco de caso y, de paso, también piensen en clave local. Yo así lo he hecho para escribir esta columna.


Artículo originalmente publicado en Villena.net

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