02 octubre 2006

Paco, te has traído a la mejor

Soleás, nanas y farrucas. Palos desconocidos para buena parte del público villenense, pero que mostrados por Eva Yerbabuena consiguieron poner patas arriba el Teatro Chapí.

Eva Garrido, La Yerbabuena, recibió el Premio Nacional de Danza en 2001 y ciertamente es una bailaora extraordinaria. Se hizo esperar su primera irrupción en las tablas del Chapí, pero demostró sin dudas el porqué de su prestigio y medallas.

Comenzó danzando al ritmo de mirabrás, un palo flamenco en el que predomina lo estático sobre lo violento. Eva apareció en el escenario ataviada de la manera más tradicional y ejecutó a la perfección los paseíllos, el marcaje, las figuras y las falsetas de este baile tradicionalmente considerado de mujeres.

Antes había actuado todo el cuerpo de baile, primero en un divertimento denominado “Taca-Taca” y después aventurando elementos vanguardistas que injustamente no se desarrollaron más. Por dos veces Aída Badía ejecutó coreografías de Patrick de Bana: vibrantes saetas acompañadas de danza contemporánea que arrancaron fuertes aplausos del respetable que previamente había llenado tres cuartas partes del Teatro Chapí.

Siguieron a esos momentos piezas grupales que respondieron a sugerentes denominaciones: “Cobriza”, “A galera” y “A las cinco de la tarde”. De esta manera la presencia de Eva Yerbabuena se hizo algo escasa, aunque totalmente arrolladora para aquellos que disfrutan del flamenco más puro y tradicional. La Yerbabuena estuvo arrebatadora en “Del Puente”, una soleá donde brazos, cadera y zapateado apuntaron cada quiebro de Paco Jarana, compositor que le ha regalado a la bailaora está sinfonía jonda.

El huso de la memoria

Por todo ello el nuevo espectáculo de esta compañía, que ha obtenido tres premios Max por montajes anteriores, puede calificarse de sobrio y tradicional, eso sí realizado con abundantes medios: destacaron el poderoso apoyo musical, siempre mostrado en penumbra tras el escenario, y el acertado vestuario.

No es igual de reseñable la intención global del espectáculo puesto que “El huso de la memoria” parece conformarse, erróneamente, con hilvanar un catálogo de ritmos flamencos, complementados por la vanguardia de Badía, pero sin llegar nunca a comunicarse. Es ahí donde se encuentra la mayor tara del espectáculo: el Ballet de Eva Yerbabuena ha apostado por un muestrario algo tipista del flamenco, dejando poco espacio para lo contemporáneo y menos todavía para un aglutinante del resultado final.

De esta manera la historia central de “El huso de la memoria” no llega a ser desarrollada del todo y por eso las distintas intervenciones aparecen como espectaculares escenas faltas de relación. Es así como todo el protagonismo de la estampa queda para los actores-bailarines, que cargan a sus espaldas con un espectáculo estético necesitado de mayor argumento si quiere llegar a emocionar de manera completa.

En su descargo hay que decir que el montaje del viernes se enfrentó a los límites tradicionales del flamenco, pero lo cierto es que en esta ocasión no llegó a superarlos. Todo ello entendiendo además que es perfectamente comprensible una menor presencia de la estrella en el escenario si, efectivamente, su duende se volcara en el resto de las coreografías.

La Yerbabuena conoce muy bien su oficio, domina a la perfección su ejecución formal y en esta ocasión ha preferido hacer repaso de lo aprendido sin ofrecer lo que en otras ocasiones ha dado, por eso no se equivocaban en nada los que a Paco Flor, director del Teatro Chapí, le dijeron eso de “te has traído a la mejor”; pero lo cierto es que por eso mismo en las tablas del Chapí, además de mucho arte, se esperaba algo más de genio.

Si te gustó Eva Yerbabuena también te gustará:

  • Flamenco, de Carlos Saura (1994)
  • Flamenco Women, de Mike Figgis (1997)
  • Iberia, de Carlos Saura (2006)
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