27 octubre 2006

Mauro Hernández: el Tesoro más importante de Villena es Soler

El Museo de la Universidad de Alicante alberga hasta el próximo 30 de octubre la exposición vital sobre José María Soler. Mauro Hernández, director del MUA y colaborador con Soler, ha repasado con nosotros algunas de las vivencias del arqueólogo, especialmente emotivas en lo referido a la Guerra Civil, el largo tiempo de trabajo reservado y los años finales de reconocimiento.

Nos encontramos con Mauro Hernández en su despacho del Museo de Universidad de Alicante, el moderno edificio ideado por Alfredo Payá que alberga exposiciones que van desde la vanguardia artística al legado en imágenes de José María Soler. El catedrático de prehistoria habla del arqueólogo como si fuera ayer, y no diez años ya, cuando Soler desapareció. Sus estudios y publicaciones marcaron un hito en la historiografía y es difícil abstraerse de la personalidad de un estudioso que logró recopilar la historia de todos los periodos de su pueblo.

Mauro, ¿Cuándo conociste a José María Soler?

La primera vez fue en 1971, cuando todavía no pensaba en quedarme en Alicante, entonces era profesor en La Laguna y visitaba los yacimientos de la zona: llegué al Ayuntamiento y en diez minutos Soler nos estaba enseñando el museo. En 1979 me incorporé a la Universidad de Alicante y pudimos labrar una amistad que se consolidó a lo largo del tiempo. Fue entonces cuando emprendimos algunos proyectos comunes: las excavaciones del Cabezo Redondo y el rescate de algunos manuscritos que Soler no había podido publicar. Durante todos los veranos mantuvo un estrecho contacto con las excavaciones, tados las jornadas venía hasta el mediodía, incluso cuando se quedó ciego. Lo cierto es que poco a poco fue sincerando cosas reservadas sobre su vida, en particular lo referido a la Guerra Civil, pero de manera mucho más alegre recordaba aquellas reuniones y comidas en las que participó, como la refundación de los Estudiantes y su paso por los Filomenos.

Soler ofrecía una imagen reservada, pero no correspondía con la realidad…

Cierto, daba un primera impresión de persona reservada, quizá por los años que le tocó vivir. Sólo cuando tenía confianza hablaba de determinadas cosas, pero en realidad era muy irónico, profundamente amigo de sus amigos e incluso no demostraba que tenía enemigos, que evidentemente los tendría, sólo lo pagaba con la indeferencia. Además con la gente joven era muy cercano: en las excavaciones encontró a los alumnos que echaba en falta. Con ellos hablaba de todo lo que ocupa la vida humana: música, actualidad, etc.

Lo cierto es que los intereses de Soler eran eclécticos, desde la arqueología al folclore, siempre con el nexo de unión de Villena…

Era un erudito del s.XIX trasladado al XX. Todo formaba un completo: era un excelente arqueólogo y una excelente persona, pero también un profesional del folclore, la música y, sobre todo, las ganas de vivir. Tanto disfrutaba trabajando que incluso decía que se perdía mucho tiempo durmiendo. Además ya hemos dicho que se entendía muy bien con los jóvenes, incluso mejor que con los mayores.

¿No crees que esa pasión por la investigación impidió el desarrollo de cierta vida personal?

En una vida como la suya es muy difícil plantearse cómo hubiese sido. Muchas de las circunstancias le vinieron dadas: una familia acomodada, el trauma de la guerra, que lo paseen por el pueblo y lo encarcelen,… todo ello crea en él una reserva que le lleva a volcarse en la investigación. Pero además contó con una persona admirable que le facilitó todo: su hermana Consuelo, que se volcó en él. Además luego encontró en Anita y sus hijos su sucesión familiar. Desde luego Soler no tenía conciencia de haber renunciado a nada.

Y en lo referido a sus investigaciones, ¿podemos decir que tuviera discípulos?

Hoy es muy difícil hablar de maestros y escuelas, pero lo cierto es que Soler creó una manera de trabajar y una forma de tratar la historia de Villena. Era un historiador local, pero como dice Fontana, no era localista: sus estudios le permitirán proyectarse hacia la historia general.

En los 80 llegan los reconocimientos y la Universidad de Alicante le nombra Doctor Honoris Causa, ¿echó en falta una mayor relación con el mundo académico?:

Realmente nunca tuvo posibilidad de estudiar en la universidad, pero a través de sus excavaciones pudo establecer vínculos con el mundo universitario y, sobre todo, con personas de Villena con las que podía hablar de tú a tú. Es el caso de la relación, casi entre hermanos, que tuvo con Alfredo Rojas, al que le unían las mismas inquietudes intelectuales y el amor por Villena. Además los últimos años de su vida fueron muy felices, fue en los que obtuvo reconocimiento y pudo publicar mucho de lo que había trabajado calladamente.

¿Qué hubiese sido de Soler sin vivir en Villena o sin encontrar el Tesoro?

Hubiese sido el mismo e igual de importante. Soler hace algo único: reconstruye la historia de su pueblo desde la prehistoria más remota hasta las excavaciones urbanas, como las del Castillo, que hasta ese momento no se hacían. Sin el tesoro sus investigaciones no habrían tenido tanta repercusión popular, pero sí en la arqueología o la historiografía general.

Antes de la guerra, Soler militó en Izquierda Republicana. Al llegar de nuevo la democracia, ¿por qué no participó en la política activa?

Lo cierto es que tuvo ofrecimientos de determinados partidos políticos para que participara activamente en las primeras elecciones democráticas, pero él ya tenía su vida y consideraba que debía dedicarse a la investigación y al trabajo en el campo o el archivo. En definitiva, no se sintió tentado pero sí que le tentaron. Eso sí, la actualidad política le interesaba mucho, estaba al día, era un constante oidor de radio y participó en el consejo asesor de arqueología de la naciente autonomía valenciana, pero por su propia trayectoria vital quiso olvidar su pasado. Yo he pensado mucho sobre esto y creo que estuvo mucho tiempo sin hablar de cuestiones de la guerra, sólo en los últimos años comenzó a decir algo, aún a pesar de que le tirábamos con frecuencia. Sólo al final, cuando redactó sus apuntes autobiográficos –que publicó Alfredo Rojas y que están en la red–, se permitió decir algo más.

Quizás el Museo Arqueológico sea su principal legado…

…no olvidemos que hay tres legados importantísimos: el museo y todo su contenido, la recuperación de tantos documentos históricos y la donación de su gran colección de libros, discos y documentos. Soler logró en una circunstancias dificilísimas que Villena no perdiera su Tesoro, editó una Historia de Villena que nadie podrá volver a hacer y fundamentó con su colección la Fundación que lleva su nombre. Son tres patas de algo que debemos valorar conscientemente: el más importante tesoro de Villena es tener a Soler.

Y ¿cómo contemplas la construcción del nuevo museo en la Electro-Harinera?

Yo, por mis vínculos con Villena y el recuerdo a Soler, tendré toda la intervención que me pidan pero naturalmente no me meteré en aquello que atañe a otros. Eso sí, con la dirección del Museo Arqueológico y con el propio Ayuntamiento hemos hablado de la conveniencia de crear un gran museo de la Ciudad de Villena que contenga distintas salas: el legado arqueológico de José María Soler, el etnológico de Jerónimo Férriz y el artístico de Navarro Santafé. Villena es una ciudad que no puede permitirse distintas colecciones repartidas por la ciudad y sí un gran complejo museístico, para el que se cuenta con un edificio idóneo.

¿Qué crees que Soler no pudo completar o publicar al final de su vida?

Con la llegada de la democracia a muchas personas que hasta ese momento habían tenido miedo a significarse llegó el reconocimiento. Es a partir de la Transición cuando Soler puede publicar mucho de lo que había investigado y al final de su vida completa obras muy importantes para él, como es el caso del Diccionario Villenero o la Historia de Villena. Quizás sólo le hubiese faltado reeditar la Relación de Villena. Por otro lado lo que nos queda es apoyar decididamente su Fundación, lograr que sea un centro vivo en su recuerdo, en parte porque la vida avanza y personajes como Soler no pueden ser prehistoria para los más jóvenes.

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