Decididamente, hay que ser políticamente correcto. Con esto no queremos abogar por esa posición paniaguada, hoy tan común, en las declaraciones públicas. Tampoco a ese aguachirlismo imperante en los planteamientos políticos, más bien lo contrario. Hoy, en las recomendaciones lectoras del fin de semana, queremos reconocer la coherencia ideológica y expositiva que realizan algunas personas extremadamente políticas.
Claro, todo esto cojeando por la siniestra, que de otras ramas quizás hablemos en futuras ocasiones. Para que un blog político funcione –entiéndase esto cómo que reciba multitud de visitas y comentarios—debe ofrecer información fresca, comentarios ácidos y un tono distendido y partidista. Todo ello con el objetivo de que los convencidos se alegren de encontrar un lugar en el mundo virtual y los contrarios se solivianten y trolleen en los foros.
Aclaramos que esto tiene sentido en una web personal, un blog o bitácora, y no tanto en un medio de comunicación pretendidamente serio: ofrecer opinión camuflada como información es amarillismo. Por eso “Escolar.net” no es un medio de comunicación, sino un cajón desastre de esas noticias que a algunos nos interesan por darnos en la razón en aquello que la necesitamos, mientras que “A sueldo de Moscú” es nuestro alimento espiritual, nuestro hálito gamberro que nos reconforma al redescubrir que es posible la diversión en la izquierda. No todo va a ser perder batallas y las ganas de eso.
A sueldo de Moscú
Don Ricardo es una de esas rara-avis que quedan en Izquierda Unida. Galo resistente a la romanización no es en absoluto un zorocotroco de esos que mandaban en el comité central y ahora cuentas las batallitas del abuelo. No señor. Ricardo Royo-Villanova es un quinqui de las ideas, un guasón de la política, que claro, no se come un colín ni en su partido, más que nada porque le leen al día tantas miles de personas que en la Federación Madrileña no saben todavía si quererlo u odiarlo.
Lo mejor de Don Ricardo, sus lectores lo llaman así, es que es un ocurrente. Es uno de esos tíos que sueltan la gracia y te ríes… y lo piensas. Yo me lo paso teta. Entren en su web, denle una oportunidad a su tono y súmanse al rollo particular que tiene un tío letrado, de buena familia, mejor comer y colmillo canino frente a la política actual. Les dejo con un aperitivo, pinceladas de su biografía particular:
“Cuando el furgón de la Guardia Civil le trasladaba a la cárcel de Carabanchel, el editor Ricardo J. Royo-Villanova no podía dejar de recordar aquella tarde de verano en que llevó a cabo su primer gran acto político, a los 8 ó 9 años de edad, al grito de “sois todas unas putas menos mi abuela", dirigido a varias parientas reunidas en torno a una partida veraniega de cartas. Este primer gesto rebelde le valió un par de bofetadas indecentes propinadas por su padre. […]
Pidió su afiliación en el Partido de los Trabajadores de España-Unidad Comunista, con lo que ingresó en las cosmopolitas filas del proletariado. Esta, como todas las aventuras políticas en las que se ha visto envuelto hasta la fecha, acabó mal, ya que aquel partido terminó en la Casa Común de la Izquierda (o sea, en el PSOE), cosa a la que nuestro amigó se opuso en un sonado congreso cuyo resultado fue de 1.600 votos a favor de la gran traición, una abstención y un voto en contra (el de Ricardo J.)”.
Carrillo, Pasionaria y Anguita
Con mayor solemnidad y, por ello, mucha menos equidistancia se suelen abordan la biografías de personajes ilustres, mucho más si se trata de autobiografías, es decir, “las memorias”.
Santiago Carrillo es un tótem de la izquierda española. Bueno, más bien es una referencia obligada para todos los costados políticos que se interesen por la historia reciente. No tienen más que pasarse por la Wikipedia, en el artículo referido al dirigente comunista aparecen tres advertencias: la página esta “semiprotegida” para que no se produzcan cambios sin previa discusión, las inserciones deben estar fundamentadas en bibliografía publicada y existe desacuerdo sobre la neutralidad de texto que actualmente aparece. A nadie extrañará las intensas discusiones que todavía hoy genera el personaje.
Santiago Carrillo guarda a sus noventa y pico años una memoria y lucidez prodigiosas, que además ha dado lugar a dos volúmenes de sus memorias. Son páginas intensas, vibrantes, testimoniales de la historia de España, pero también autojustificativas (Carrillo, según Carrillo, no se equivocó pretendidamente en nada) y con el gran limbo de lo que pasó en el Jarama. Sin embargo sus “memorias” tienen la virtud de saciar buena parte de la curiosidad que inspira el personaje, al tiempo que abre debates y discusiones.
Menos intensas son las biografías de Dolores Ibárruri “Pasionaria”, tanto por estar escritas por segundas manos como por esa personalidad, contundente pero taciturna, que la convirtió en mito antes que desapareciera. Menos discutida que Carrillo, aunque de trayectoria similar, su estela brilló como expresión del sufrimiento y valor, una especie de mater amantissima
Pero para personaje que desata pasiones ahí está el califa. Julio Anguita es recordado como la gran esperanza roja, el último dirigente capaz de encabezar las hordas marxistas hacia el triunfo electoral y el protagonismo político. Quizás por ello sus dotes se engrandecen en cada libro y sus defectos se convierten en virtudes. Sus espantás se convierten en necesarios mutis del guerrero herido, su hermetismo en sabia paciencia, sus incongruencias en ramalazos de necesario pragmatismo,… Admirado por su elocuencia y papel activo en los noventa, se le considera tanto por lo que hizo como por la falta de recambio.
En definitiva son lecturas clarificadoras de personajes y episodios, imprescindibles para conocer a esas personas que se han empeñado en trasformar el mundo en el que les tocó vivir y que, en este caso, guardan el enorme atractivo de no acabar con un happy-end pero sí con un testigo entregada a la resistencia y la lucha, más que como ideóloga o dirigente política. que alguien debe recoger.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario