19 marzo 2007

Los abuelos que lucharon por nuestro futuro

Quizás ocultada por la rememoración de grandezas más pasadas, la historia social del siglo XX en Villena no ha recogido la atención que merece por cercana y efectiva. César López vino a paliar esta carencia con su vibrante charla sobre los movimientos políticos y sociales de nuestra ciudad.

César López Hurtado
atesora grandes conocimientos sobre nuestro pasado que ya en la presentación recibieron el elogio de José Fernando Domene. Sin embargo olvidó adelantar la fuerza de su discurso: una narración detallada (hasta donde se pudo) y entusiasta de la acción de hombres y mujeres que en circunstancias paupérrimas contribuyeron a trasladar a Villena desde la sociedad agraria y caciquilde principios de siglo hasta la ciudad industrial que es hoy en día.

Como hemos visto en anteriores ponencias del ciclo “Pasado y Presente de Villena” nuestra población ha evidenciado muchos de los momentos históricos que se han sucedido en España. No será una excepción la efervescencia política de finales del siglo XIX y el surgimiento de los movimientos obreros, republicanos, reformistas, etc. Comenzó López situando el contexto histórico general en 1868 con la “Revolución Gloriosa” que inauguró el sexenio democrático y permitió el derecho de reunión. Sociedades obreras, masonas y espiritistas, por citar algunos ejemplos, pudieron así desarrollar su acción con más libertad.

La proclamación de la República en 1873 permitirá que Villena cuente con Casimiro Martínez Hernández, destacado demócrata y fundador de la logia masónica local, como alcalde. Los republicanos posibilistas, seguidores de Emilio Castelar, lograron ostentar cuatro veces la alcaldía villenense, aunque sólo durante un total de cinco años, y obtuvieron además un diputado provincial. Estamos hablando, evidentemente, de integrantes de la pequeña y mediana burguesía local de ánimos reformistas.

Para entonces las exportaciones de vino a Francia y la llegada del ferrocarril en 1858 habían hecho de Villena un núcleo pujante que en la década que va de 1877 a 1887 pasó de 11.424 habitantes a 14.450, es decir, un 26,48% de aumento que nunca se ha vuelto a repetir con mayor intensidad, de igual manera que aquellos tiempos de bonanza desaparecieron. A comienzos de siglo Villena es una ciudad de braceros y jornaleros del campo que viven una severa recesión económica tras la recuperación del viñedo francés.

Paulatinamente se irá abriendo el horizonte industrial, primero radicado en fábricas de alcoholes, vino y aceite de orujo, después ampliado al de calzado, sillas y muebles, sectores que cimentarán el futuro económico de la población. Sin embargo la situación laboral de los obreros sería similar a la de los braceros en virtud a los bajos salarios y las largas y peligrosas jornadas laborales. La penuria será el caldo de cultivo ideal para el surgimiento de la clase obrera.

Eclosión de las sociedades obreras de resistencia

En 1903 se fundan en la ciudad las primeras sociedades obreras de resistencia, de clara inspiración socialista, aunque ya el 20 de mayo del año anterior los jornaleros villenenses celebraron una manifestación en demanda de trabajo, evidenciando así la necesidad de unión. Son tiempos en los que la mera subsistencia no estaba asegurada, de manera que en la Villena de 1915 estaban censados como “pobres” nada menos que 1.415 vecinos.

Distintas medidas de beneficencia, como la “cocina económica” de la placeta de Las Malvas, tratan de paliar la necesidad, pero serán los obreros concienciados los que transiten el camino hacia la organización y la ayuda mutua. El 21 de julio 1903 se constituye la sociedad “Constancia” de agricultores, sólo diez días después los albañiles también formalizan su sociedad de resistencia, en agosto serán los zapateros en la asociación “El Progreso” y en septiembre los ebanistas crean “La Fraternidad”. El 17 de enero de 1904 se constituirá la primera sociedad femenina de resistencia, la “Juventud Ilustrada”. El fruto del asociacionismo no tardaría en llegar.

La creación de la sociedad femenina causó al día siguiente el despido de sus integrantes, coacción que obtuvo como respuesta el paro laboral de los componentes de “La Fraternidad”: la primera huelga de Villena en el siglo XX. A partir de ahí el papel de las sociedades obreras en la vida de la población fue fundamental, celebrándose sus reuniones los días no laborales y albergando acontecimientos como el Congreso Regional del Partido Socialista en 1910. Seis años antes ya se había fundado la Federación Local de Sociedad Obreras, que ingresaría en la UGT y en 1906 inauguraría la Casa del Pueblo. El desarrollo sería imparable, así al comienzo de la Guerra Civil nuestra ciudad contaría con 24 sociedades socialistas y 3 anarquistas.

En 1909 se recibiría la visita de Pablo Iglesias, que ofrecería un mitin en nuestra ciudad. Es el año de las “Semana Trágica” de Barcelona y, en clave local, el año en el que se suspendieron los festejos locales de septiembre, registrándose graves incidentes entra la población y las autoridades, de manera que se persiguió al alcalde y se apedreó su casa, obligando a la intervención de la fuerza militar que incluso llegó a acantonarse en Villena.

Las violentas huelgas de 1917 y 1934

La década de 1910 verá la creación de nuevas industrias en nuestra ciudad, pero también el aumento de la carestía, de ahí que distintos dirigentes socialistas, como Enrique Guardiola, avancen hacia posiciones anarquistas. Es con en esa situación insostenible como se llega a la huelga de agosto de 1917, cuyo desarrollo fue violento y ciertamente revolucionario. Ochocientos huelguistas incomunicaron la población tanto en lo referido al ferrocarril como a los telégrafos, al tiempo que pretendieron volar el túnel de Elda. Igualmente asaltaron «la fábrica de la luz de los franceses», sucediéndose en la oscura noche tiroteos con las fuerzas del orden, pereciendo un guardia civil, que no tenía nada que ver con la revuelta, en las inmediaciones de la estación.

La represión fue durísima, pero la fuerte algarada queda mitigada ante lo sucedido en octubre de 1934, momento en el que una nueva huelga se saldó con consecuencias todavía más graves: la sustitución del Ayuntamiento de Villena y la muerte de dos militantes socialistas en la Puerta de Almansa por los disparos de la Guardia Civil. Asimismo fueron violentos, en el mes de marzo de 1936, los episodios incendiarios de la quema de iglesias y conventos de la población.

Como indicó César López, estos acontecimientos, los de 1917, 1934 y 1936 –y hasta los de 1909-, apuntan en la misma dirección: la tremenda violencia contenida que estalla por el odio de las clases obreras hacia una sociedad acomodada que las explota y oprime ante la carencia de leyes que en verdad protegieran su desamparo social y económico. Será este el germen de una hostilidad exacerbada que conllevará al triste epílogo de la Guerra Civil, capítulo que el ponente propuso abordar en un futuro.

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