26 marzo 2007

Viaje a Argentina necesitado de guía

El tango es un baile complejo en su ejecución pero siempre pasional, incluso para aquellos que sólo lo contemplan. "Tango Metrópolis" ofreció el sábado en el Teatro Chapí un recorrido por lo más conocido, pero también por lo vanguardista, del folclore argentino. Eso sí, dando pocas explicaciones.

Hay que pasar por Piazzolla para entender a donde ha llegado el tango actual. Cuando en los años 50 y 60 los tangueros ortodoxos decretaron que las innovaciones de Astor Piazzolla en ritmo, timbre y armonía "no eran tango", el compositor respondió con una nueva definición: "es música contemporánea de Buenos Aires". Ciertamente, para los seguidores del irreverente, apasionado y hasta intolerante músico, sus composiciones representan como ninguna el ritmo crispado, aunque también melancólico, de la capital argentina convertida en metrópolis.

Hoy Piazzolla es el ineludible límite entre las canciones de la Guardia Vieja, extraordinariamente conocidas gracias a Carlos Gardel o Julio Sosa, y las nuevas composiciones que siguen reconociendo al bandoneón como su instrumento esencial. Eso sí, la coreografía del baile continúa siendo la misma: diseñada a partir del abrazo de la pareja, es sumamente sensual y compleja. Al tiempo las letras todavía siguen recurriendo a ese argot local llamado lunfardo y suelen expresar las penas del amor.

Mucho de todo ello pudo verse este sábado en las tablas del Chapí. Allí, un extraordinario sexteto tanguero, encabezado por el veterano bandoneonísta Daniel Binelli, interpretó de manera soberbia algunas piezas muy populares, como "El choclo" o "La comparsita", al tiempo que emocionó sobremanera con "Adiós Nonino", la arrebatadora composición que Piazzolla dedicó a su fallecido padre.

Tango Metrópolis también se atrevió con formas musicales menos conocidas, como las milongas, el candombe o el malambo. Este último es un baile referido a la pampa argentina y ejecutado por los gauchos casi a manera de duelo marcial, mientras que el candombe es un ritmo africano ligado a la percusión de grandes tambores. No obstante en el escenario surgieron sin ningún tipo de explicación, de manera que el público difícilmente pudo explicarse, por ejemplo, esa discutible permutación estética de las típicas boleadoras y botas de potro por utensilios de la construcción y ropas actuales en el caso del malambo.

Es ahí donde se aprecia la principal carencia del espectáculo de Tango Metrópolis: los ejecutantes, tanto músicos como bailarines, son prodigiosos, pero todo se presenta sin siquiera una voz humana. No hay explicación de nada, de manera que el muestrario del folclore argentino se queda en una serie de sorpresas necesitadas de ilustración y tampoco hay un timbre personal, una voz desgarrada, que cuente los quiebros y la melancolía de la música arrabalera.

El espectáculo, un lujo en Villena teniendo en cuenta su selecta gira europea, viene destinado a un público no experto pero ávido de disfrutar de aquellas composiciones que han hecho del tango una música universal. Pena que no se pudiera saborar en plenitud, algo que nos recuerda que, precisamente el miércoles previo, Toni Jodar hizo justo lo contrario: dar a conocer de manera didáctica las claves de un arte, en ese caso la danza contemporánea, requisito ineludible para apreciarlo en su justa medida.


Si te ha gustado Tango Metrópolis, también te gustará:

Gotan Project (tango y electrónica)
Malevaje (tango hecho en España)

No hay comentarios: