Por qué hay capitán y alférez, por qué tenemos regidora y no “reina” de las fiestas, cuáles fueron las tres primeras comparsas, qué relación existe entre economía y número de festeros, qué nos diferencia de Alcoy. Respuestas a muchas de estas cuestiones fueron expuestas ayer en el curso “Pasado y Presente de Villena”.
Loli Fenor justificó la pertinencia de esta charla dentro del ciclo historiográfico por el indudable valor popular y patrimonial que guardan estos festejos de participación multitudinaria, al tiempo que señaló que José Fernando Domene es, hoy en día, el mayor estudioso de las Fiestas de Villena. El historiador, infatigable colaborador con entidades festeras y autor de centenares de artículos, logró ofrecer una charla amena y didáctica, repleta de explicaciones y curiosidades fruto de sus investigaciones.
Señaló el ponente algunas de las festividades que se realizaban en la Edad Media, destacando que en aquel tiempo la advocación que se veneraba en nuestra cuidad era la Virgen de Las Nieves o “Virgen del Castillo”. Esta imagen mariana estaba estrechamente ligada al Marqués de Villena, lo que causó el rechazo del pueblo general, así en septiembre de 1476 (y no en 1474 como marca la tradición), momento en el que se extiende una plaga de peste, los villeneros refugiados en La Laguna eligen una nueva patrona: la Virgen de las Virtudes que, como todos sabemos, recibió su nombre después de aparecer en tres ocasiones sin que nadie hubiera introducido esa posible denominación en la urna que determinaba el sorteo popular.
Su benéfica acción motivó la agradecida construcción de un templo en la pedanía, donde después se instalaría un convento agustino, y la instauración de dos votos anuales: una romería el 25 de marzo, después trasladada al primer domingo siguiente a Pascua, y otra peregrinación el 8 de septiembre. Así en 1551 nos encontramos con unos festejos consolidados que, según la documentación, ya implicaban la contratación de ministriles (músicos) de poblaciones valencianas. Por cierto que los textos de la época también indican que de no celebrarse las actividades lúdicas “se perdería devoción y no acudiría tanta gente” al homenaje religioso.
Tras la Contrarreforma del siglo XV las festividades religiosas se engrandecen y multiplican, de manera que en Villena se tiene constancia de la celebración del Corpus Christi desde 1571, la Semana Santa (1613), San José (1622), Día del Voto (1624), San Gregorio –abogado contra la langosta y las sabandijas- (1648) y corridas de toros desde 1588.
Capitán, alférez y cabo
En los desfiles es tradicional la participación de las milicias y su arcabucería al menos desde 1497, de manera que serán los hábitos de la soldadesca los que marquen muchas de las tradiciones que hoy en día perduran en nuestra Fiestas. Así han llegado hasta el momento actual la denominación de los cargos militares de la época: capitán, alférez, sargento y cabobandera distintiva e incluso la comparsa de Cristianos vistió hasta el año 1963 el “traje a la antigua española”, herencia directa del atuendo militar de la época. Otro vestigio conservado es el del ruedo de banderas, especialmente meticuloso en Caudete donde están consignados los 180 movimientos reglamentarios. La documentación del Archivo Municipal nos permite conocer también los primeros cargos festeros de Villena, resultando Antonio Díaz Navarro nuestro primer capitán, Juan Matheo el alférez y Onofre Oltra el sargento.
El siglo XVIII significará un afianzamiento de estos festejos, apareciendo elementos todavía presentes como son los fuegos artificiales (1746) o el mecanismo de elevación de la imagen de nuestra patrona en la Iglesia de Santiago (1752). Es en este momento cuando aparecen las representaciones teatrales de contenido religioso como es el caso del “Coloquio sobre el nacimiento de Jesucristo entre un moro y un cristiano”, que será la base literaria para el futuro acto de “Conversión”, junto con el texto del “Despojo” de Bocairent y Banyeres, cuestión sobre la que se adentró Domene ofreciendo una interesantísima explicación de los elementos filológicos que llevaron a datar fehacientemente su momento de creación.
El ponente también rememoró muchos de los elementos que se han mantenido por influencia militar del siglo XVIII, entre las que destacan las escuadras de gastadores (presentes en la comparsa de Marruecos), la música militar, el uso de símbolos como el delantal o mandil, el pico, el hacha o un serrucho, las grandes barbas postizas y las mochilas y mantascantineras o el uso de tradicionales farolas.
(desapareciendo en Villena el tercero), la costumbre de portar una portadas a la espalda, así como la figura de las Nuestras comparsas
Por todo ello en 1850 nos encontramos ya que el noroeste de la provincia de Alicante cuenta con fiestas patronales de configuración similar a las actuales de Moros y Cristianos. Así la creación de una comparsa de Moros seguirá las pautas marciales de la de los Cristianos salvo, obviamente, el atuendo, añadiéndose en Villena la agrupación de Romanos, debido sin duda a la influencia de la Semana Santa. Estas tres comparsas primigenias se ampliarán en 1884 a nueve agrupaciones: Moros Viejos, Moros Nuevos, Marruecos y Moros Guerreros, por parte del bando de la media luna, y Caballeros Cristianos, Marineros, Romanos, Estudiantes y Tercio de Flandes, por el de la cruz.
Este auge guarda una correspondencia directa con la pujanza de la economía local, beneficiada ampliamente por la plaga de filoxera en los viñedos franceses, de manera que las exportaciones de vino se multiplicaron en esos años. Sin embargo los tiempos de crisis también afectarán sobremanera a las celebraciones, de manera que en 1906 sólo cinco comparsas pisarán las calles de nuestra ciudad. Esta crisis se alargará hasta los años veinte, llegando a prohibirse las fiestas de moros y cristianos en 1909.
Serán los felices 20 el momento del renacimiento, de manera que en 1922 surge la Banda Municipal bajo la dirección del maestro Bravo, en 1923 se realiza la coronación de nuestra patrona y aparece la comparsa de Andaluces, los Estudiantes se refunden en 1925 mientras que al año siguiente aparecen los Maseros. Por cierto que en 1928 aparece la extravagante comparsa de Americanos, surgida sin duda bajo el influjo del cine norteamericano.
Seguirán los años de la Guerra Civil, en los que no habrá nada que celebrar, y la posguerra. Será en la década de los cincuenta cuando se viva un nuevo auge, de manera que en 1955 se instauran los desfiles de la Cabalgata y la Ofrenda, al tiempo que surge la figura de la “Reina de las Fiestas”, denominación que al año siguiente fue cambiado por el de “Regidora” puesto que Reina sólo podía ser la Virgen de las Virtudes.
Son estos los años de la irrupción de los Piratas (1939), aparecidos en el último año de guerra y compuestos en ese momento por destacados falangistas, los Almogávares (1954) herederos directos de los Romanos, los Nazaríes (1955) escisión de los Moros Nuevos, mientras que los Americanos derivarán en Árabes y luego en Ballesteros, los Marineros pasarán a Marinos Corsarios y los Bereberes aparecerán en dos momentos distintos.
Somos miles
Con todo ello se conformaron unos festejos que ya no contaban con los flagrantes anacronismos de antaño y se abrían a una participación masiva que en los años setenta vivirá su momento de expansión. Es por ello que en 1970 se crea la Junta Central de Fiestas y se instaura el Desfile de la Esperanza, en 1971 se celebra el Ecuador y se edita el boletín “día 4 que fuera” y en 1974 se celebra el emblemático Congreso Festero.
Los años de democracia, como todos sabemos, serán el momento de la incorporación de la mujer a la Fiesta y, con ello, la superación de la mítica cifra de diez mil festeros, la multiplicación de escuadras especiales y el surgimiento de una importante industria ligada a la Fiesta. Es, además, la circunstancia de afianzamiento de un modelo de celebración mucho más popular, abierto y participativo que el de otras poblaciones, como el paradigmático caso de Alcoi. Esta democratización de la Fiesta, sin embargo, también ha motivado la ruptura de determinadas formalidades en los desfiles, elemento que gráficamente denunció José Fernando Domene, concluyendo además que “nuestras fiestas son muy complejas y ello es fruto de la larga historia de más de cinco siglos”.
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