No pudo comenzar de mejor manera el ciclo de charlas “Presente y pasado de Villena”. Antonio Gil Olcina, catedrático de geografía y rector honorario de la Universidad de Alicante, ofreció ante un numeroso público una vibrante ponencia sobre la Laguna de Villena.
Los asistentes sabían a lo que iban. Gil Olcina es una autoridad, maestro de maestros, perfecto conocedor de diversas materias: geografía, hidráulica, historia,… Antonio es un sabio del renacimiento que ha dedicado su vida a la investigación, profunda y rigurosa, del entorno del sudeste peninsular.
No es extraño por ello que Gregorio Canales, representante de la Cátedra Arzobispo Loazes, se alargara en la presentación del profesor: sus logros y reconocimientos son extensos y merecidos. Antes Loli Fenor, directora de la Fundación José María Soler y natural de Lorca al igual que el rector, agradeció sentidamente a todas las personas e instituciones el esfuerzo que han aportado a un proyecto que ayer se saldó con su primer éxito.
El título de la charla indicaba el ambicioso empeño del ponente: desarrollar las implicaciones políticas y sociales en el proceso de bonificación, reducción a cultivo, de la Laguna de Villena. A ello se sumó un esfuerzo de síntesis que propició una animada ponencia de apenas una hora de duración, qué logró responder tres cuestiones: cómo ha evolucionado el Vinalopó y sus tierras en los tres últimos siglos, porqué la Corona se decidió en 1785 a sanear la Laguna de Villena y qué formas jurídicas se utilizaron para esa desecación y adjudicación de tierras.
La aseveración de Gil Olcina se volvió certera a lo largo de la intervención: el caso de la Laguna de Villena es un excepcional laboratorio para la comprensión de la historia nacional entre los siglos XVIII y XX. El profesor comenzó señalando que el Vinalopó siempre ha manifestado su carácter de río-rambla debido a su irregularidad y escasez de agua, así como los frecuentes estiajes. Sin embargo en su curso hay una excepción: el Alto Vinalopó y concretamente Villena, que albergaba el importante aguazal de La Laguna cuya extensión superaba las 2.000 hectáreas.
Así nuestra ciudad a finales del setecientos acogía un recurso hídrico que se manifestaba incompatible con las necesidades de tierra para cultivo y peligroso por la estanquidad de sus aguas, propiciatorias de las temidas tercianas, sobrenombre del paludismo. Es por eso que Villena se mostrará favorable a la desecación, al tiempo que Elche ambicionará este nuevo aporte fluvial. No será así en el caso de Sax, Elda y Novelda cuyos aguatenientes advertirán el peligro hacia su negocio.
A ello hay que añadir una característica singular: la Laguna de Villena pertenecía al Real Patrimonio. Es por eso que la Corona será el principal protagonista de la evolución de este espacio natural. Floridablanca, murciano de origen y secretario de Estado de Carlos IIIplanificación hidráulica de nuestro país, siendo el caso de Villena un ejemplo cercano del empeño nacional.
La desecación de la Laguna de Villena se realizará en 1803 gracias a la construcción de la Acequia el Rey, quedando las nuevas tierras libres para su venta y adjudicación, muy ambicionada por la oligarquía local que ya en su momento se opuso a la desecación pues veía el peligro hacia la privatización de este recurso. La pugna tuvo un feroz desenlace en 1808 con el asesinato de tres personas, entre ellas el Corregidor Reig encargado de la tasación de los terrenos, acusados de afrancesados. De nuevo un episodio local evidenciaba consecuencias de la política nacional.
Antes las presiones del patriciado villenense evitaron que estas tierras fuesen compradas en pública subasta y no será hasta 1825 cuando tenga un único propietario: Bernardo Elío, hijo del famoso general absolutista ajusticiado en Valencia, que como heredero obtuvo de Fernando VII el título de Marqués de la Lealtad amén de estas regalías. La cesión se hizo a modo de mayorazgo, de manera que los enfiteutas perdieron el dominio útil de la tierra que trabajaban. Este agravio hacia los colonos fue reparado en 1837 por Joaquín María López, que logró revocar la donación cambiando el carácter de arrendamiento en metálico al de contrato enfitéutico, con el canon de doble diezmo.
Serán el Marques de Remisa y Segismundo Moret quienes se hagan con esta propiedad, siendo vendida en 1888 al bodeguero Luís Penalva, enriquecido con la crisis de la filoxera en Francia y el auge de la exportación nacional. No será hasta principios del siglo XX, en 1912, cuando los colonos de la Laguna rescaten el dominio directo de sus tierras. Finalizaba así un proceso que durante ciento cincuenta años había reflejado los principales avatares políticos y económicos de la época y que en la noche del jueves el profesor Gil Olcina supo sintetizar magistralmente. durante quince años, encabezará este empeño propiciando un posible trasvase hacia tierras murcianas. Sin embargo en 1785 la Comisión encargada de evaluar la viabilidad de este proyecto desecha la idea. Ante el fiasco la Monarquía fuerza la presentación de alternativas, entre las que está la desecación de la Laguna. Estamos, por tanto, ante la decidida irrupción del Estado español en la
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