22 enero 2007

No apagues, sigue, sigue…

Caricato Teatro ha conseguido pleno: ampliación de funciones, butacas llenas, público entusiasmado y buenas críticas. No es fácil corresponder con tanta expectación, pero Toni, Iván, Alfonso y Diego, con Juan García “Cigarro” en la dirección, lo han logrado.

Esta segunda parte ha sido buena, incluso mejor que la primera. Si el primer “Apaga y vámonos” ponía en escena un buen número de monólogos —en aquel momento tan en boga por “El club de la Comedia”—, en este caso se han decantado por el teatro gestual, bebiendo de las fuentes humorísticas de Tricicle, Vol Ras o Yllana. Por cierto que de ésta última compañía toman el tono más gamberro y bizarro, resultando, a nuestro gusto, los mejores momentos de la noche.

Quizás el mayor acierto del montaje de Caricato es saber mantener el ritmo en la sucesión de sketchs, cerca de decena y media, que logran perpetuar la carcajada durante las cerca de dos horas que duraba cada pase. Por otro lado resulta imposible olvidarse del intenso trabajo de los cuatro actores protagonistas. Toni Catalán, Iván García, Alfonso Gandía y Diego Beltrán, se entienden y complementan a la perfección, a la par que van creciendo con cada obra a la que se enfrentan… y en esta estaban muy a gusto.

El derroche físico y gestual de cada uno de ellos nos habla de la implicación entusiasta a la que se han brindado, al tiempo que se advierte mucho cuidado en la elección de maneras y tonos, configurando cada uno de los actores una personalidad propia. Con lo difícil que parece representar tan distintos y sucesivos papeles, resulta un tremendo acierto lograr que se advierta a lo largo de todos ellos que no todos ellos podrían hacer lo mismo. Los personajes de Toni son rudos y físicos, mientras que Alfonso se encarga de la parte más sentimental y seductora, Diego manifiesta la vis cómica más acusada, al tiempo que Iván aporta candidez y travesura.

El humor de “Apaga y vámonos 2” se desliza desde la parodia a la escatología, de la pantomima al monólogo costumbrista, logrando también auténticos momentos de hilaridad al ofrecer golpes de efecto que rompen con la que se puede pensar que es la dinámica de la función. En especial recordamos el gag del exorcista y el final de los butaneros; los asistentes sabrán a qué sorpresas nos referimos.

Que habían muchas ganas de hacer esta obra se demuestra también en el excelente cuidado de los detalles, que van desde un vestuario y escenografías adecuados, a la recepción musical por parte de un DJ y, hay que decirlo, la excepcional despedida. Desde el mismo inicio hasta el momento de recibir los aplausos todo está controlado, alejándose así del amateurismo con el que se partía.

Por otro lado la fusión, totalmente justificada, de danza, mimo, música y teatro que a lo largo de la obra se sucede, no aparece como un alarde injustificado, sino que, precisamente, pasa casi desapercibido, como parte más de una fiesta teatral que hizo disfrutar a los centenares de personas que a lo largo del sábado y domingo, en las tres sesiones programas, se han acercado al montaje de Caricato. Ojalá puedan representarlo de nuevo, incluso fuera de nuestra localidad, e incluso, por qué no desearlo, a ver si hay una tercera parte.

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