09 marzo 2007

Blogs y libros: Gabo, ochenta años de soledad y mala leche

Esta semana Gabriel García Márquez ha cumplido ochenta años, no tiene ninguna relevancia que nosotros recomendemos alguna de sus obras, pero aprovechamos internet para contar dos anécdotas y recomendarles lecturas virtuales.

El boom latinoamericano, aquel del realismo mágico, tiene dos primeros espadas repartidos por el mundo: el colombiano Gabriel García Márquez y el peruano asentado en Londres Mario Vargas Llosa. Ambos mantuvieron su amistad nacida de la inquietud cultural y política hasta que el radical posicionamiento ideológico de uno y otro llevaron a su distanciamiento. Sin embargo hay un episodio particular que demuestra el comienzo de esa enemistad, esta semana lo podíamos conocer a través del ya recomendado blog Fogonazos. Les adjuntamos el relato:

El 12 de febrero de 1976, el escritor Gabriel García Márquez recibió un puñetazo en plena cara de su colega peruano Mario Vargas Llosa, hecho que terminó con la amistad entre ambos. La leyenda negra cuenta que fue una mujer la que motivó la agresión, aunque dicha versión nunca pudo ser confirmada. El diario mexicano La Jornada acaba de publicar por primera vez las imágenes del ojo morado de García Márquez: la fotografía fue tomada dos días después por el fotógrafo Rodrigo Moya quien asegura que el Gabo acudió a él porque "quería una constancia de aquella agresión".

"En una exhibición privada de cine, - explica el fotógrafo - García Márquez se encontró poco antes del inicio del filme con el escritor peruano. Se dirigió a él con los brazos abiertos para el abrazo. ¡Mario...! Fue lo único que alcanzó a decir al saludarlo, porque Vargas Llosa lo recibió con un golpe seco que lo tiró sobre la alfombra con el rostro bañado en sangre. Con una fuerte hemorragia, el ojo cerrado y en estado de shock, Mercedes y amigos del Gabo lo condujeron a su casa en el Pedregal".


Más enlaces sobre el tema:
- La Jornada
- Investigación sobre el tema

Arsenio Escolar, ¡Qué paren las máquinas!

El veterano periodista y hoy director del gratuito 20 Minutos (el diario más leído de España) Arsenio Escolar contó ya hace tiempo en su blog personal una anécdota de su trato personal con García Márquez. “¡Que paren las máquinas!" es una fuente de continua información sobre el funcionamiento de un periódico y desde luego no tiene desperdicio. Aprovechamos su blog para adjuntarles una segunda anécdota del Premio Nobel colombiano, en este caso referida a una vivencia directa:

Hace unos siete u ocho años, cuando yo era subdirector de El País y máximo responsable de lo que iba al quiosco los domingos, recibí un día un larguísimo texto de García Márquez, creo recordar que un capítulo de sus por entonces inéditas memorias de infancia y juventud, Vivir para contarla, y encontré que en los 15 ó 20 folios el Nobel usaba mal cinco veces el verbo "deber": confundía "deber + infinitivo", que denota obligación, con "deber de + infinitivo", que indica probabilidad o suposición.

Me encontraron al escritor creo que en Cartagena de Indias.

-Gabo, te llamo de El País, desde Madrid. Quería consultarte un asunto sobre el texto que nos has hecho llegar para el domingo. ¿Lo tienes a mano?

-Me lo sé de memoria -me contestó, muy seco.

-Verás: en la línea tal del folio tal usas mal el verbo deber. Y en tal otra, y en esta más, y en una cuarta y una quinta. Te llamaba por si quieres que te lo arregle...

A mi osadía le siguió un silencio de varios segundos, uno de esos silencios en los que no sabes si tu interlocutor enmudece o si es la línea transoceánica la que demora la conversación.

-¿Y Grijelmo qué dice de esto? -replicó al cabo el Nobel.

Álex Grijelmo (hoy presidente de Efe y un experto en lenguaje periodístico) era el autor del Libro de Estilo de El País y mi segundo en el periódico en aquella época, y asistía a la conversación en mi despacho.

-Álex, que es de Burgos, como yo, dice lo mismo. Que usas mal el verbo "deber".

-¿Y tú por qué no eres académico, en vez de periodista? -me espetó despreciativo García Márquez tras otra pausa.

-Todo se andará, Gabo -le repliqué sin inmutarme-. ¿Pero hoy qué hacemos de tu texto?

-Pues arréglame el primer error para que se sepa que sé usarlo y deja los otros cuatro porque se me pone en los cojones -concluyó Márquez, elevando el tono de la voz.

Y colgó.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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